LA POESÍA DE NORMA NAVA
Juan Antonio Cardete
Pertenece Norma Nava al linaje del talento. Un linaje certificado por su dedicación múltiple (a la pintura, a la poesía, a la entrega a los demás) y por la originalidad de todos sus empeños. Su trayectoria creativa es un “caminar sin destino”, como proclama con transparente sencillez en Eso quiero (poemario editado en CD en Buenos Aires, 2004).
ESO QUIERO
No quisiera llegar
a ningún lado
Sólo me importa
caminar sin destino
porque voy a llegar,
estoy segura,
y no sabré volver,
que es lo más lindo...
Desde su inicio, el libro Señales dispersas (editado en Pontevedra, España, 2005, por el Taller del poeta) nos presenta una decidida opción, una elección de viaje personal. La creación se sitúa en un espacio “sin espacio”, en el territorio del sueño. Y las palabras son “arcanos candiles” que iluminan ese viaje contra el mundo y contra el tiempo:
ESE CAMINO
Opto por un camino
en medio del espacio
sin espacio,
a merced de los vientos,
donde los mundos
no me pertenecen
y no hay momentos
ni estación alguna
que puedan orientarme
en el intento.
Recorro los costados
de un silencioso mar,
distante, ensimismado,
mientras la playa
se va desvaneciendo
y como arcanos candiles
ignorantes del tiempo
desde la sombra
van llegando palabras
cuyo encaje de espuma
ilumina al trasluz
el incipiente ocaso
donde un sol
que arde y muere
alarga sombras
desde una rajadura
en el espacio.
Y empiezan a lloverme
las estrellas
y mis hombros se pueblan
de destellos
y entre el polvo estelar
de mi cabeza
me florecen estrofas
luminosas
cuyo perfume
se suele derramar
en algún verso.
En esa batalla contra el mundo y contra el tiempo, el objeto del poema escala lejos de la anécdota y sube a metafóricas esferas. Pero esa desrealización de la experiencia a la vez despliega en la piel del poema una conjunción de sentidos: el olfato, “incienso”; el gusto,“lamiendo”; el oído,“armónico silencio”; la vista, “luces”.
INCIENSO
Humo ritual de penetrante incienso
va lamiendo en la sombra
celestiales esferas
suspendidas del armónico silencio
donde el vacío guarda
arcanas luces,
viejos sentimientos,
grandes amores.
Cosas que no fueron . . .
Esa aventura interior que podría caer en el sentimentalismo, huye de él saltando a otra dimensión. El trazo grueso de la experiencia personal es sustituido por la emoción artística. Para expresar la desolación “más allá del dolor y la dicha”, un verso elemental nos recuerda los ojos de pintora de quien escribe: “Los colores no están”.
MUCHO MÁS ALLÁ
Mucho más allá
del dolor y la dicha
abre la noche
las heridas de siempre.
Lejanos pasos
empapan los silencios
y remotos presagios aparecen.
Los colores no están.
Está la Luna
impertérrita, obstinada,
constante,
lamiendo el borde oscuro
de indicios de abandono,
soledad y distancia.
Llueve y más llueve
congoja
por encima de
tantos precipicios
arropados con nubes
...y unas flores silvestres
que a pesar del frío
no se han ido .
Como vemos, se trata de una poesía medularmente atemporal, que busca el magma de la vida plena, de la hermosura más integral. La voz poética se estiliza al máximo en esa búsqueda de un espacio “por donde escape/ el tiempo”:
CUADRADO DE CIELO
Un cuadrado de cielo
necesito.
Apenas eso.
Una ventana
por donde escape
el tiempo
y se puedan filtrar
color, palabra y
sentimientos . . .
Un cuadrado de cielo
necesito.
Eso me basta.
Para contar los astros
y ascender por el aroma
de la noche
hasta alcanzar el umbral
de los sueños.
Un cuadrado de cielo
necesito.
Para perderme y vagar
sin descanso.
Aquí y ahora.
Porque el después . . .
para nada me importa.
La disposición métrica persigue también la desnudez retórica. En “Intemperie”, una composición polimétrica de arte menor, la delgadez del verso se apoya reiteradamente en el trisílabo. El verso brevísimo refuerza la expresión alada, aferrada al sueño. En solo tres palabras, “Intemperie yo misma”, se nos entrega toda una visión del mundo, la de quien se ha despojado de todo para inundarse de belleza y verdad.
INTEMPERIE
Intemperie de cielo
Intemperie de estrellas
Intemperie de sombras
Intemperie yo misma
en medio del silencio
tratando de aferrarme
a una balsa,
sin viento,
bogando
a la deriva
mientras abro
mis sueños
a ese mundo salado
de arenas
y misterio
que en su prusiana cresta
los llevará muy lejos. . .
Pero el yo poético no es una voz quejumbrosa que se agarre al fracaso como filón poético, sino que se reviste de una poderosa fuerza telúrica en su unidad con la naturaleza.
FUERZAS
Las fuerzas del universo todas
no me pueden porque
soy ellas mismas caminando,
sintiendo, padeciendo, soportando,
y levantándome entre cenizas
desde todos los fuegos,
desde todos los vientos,
desde todas las aguas,
hacia todos los cielos. . .
La esencialidad de estos versos es refrendada por un esqueleto gramatical que prescinde de la acción verbal y se apoya en la nominalización. Un buen ejemplo de ello es el poema “Fugaz”, compuesto íntegramente por oraciones nominales yuxtapuestas.
FUGAZ
Letra. Sangre. Sudor.
Làgrima.
Colores. Arcoiris. Cristal.
Caverna.
Llama.
Fuego que busca cielos
con impronta de ocaso.
Agonía de un Sol
recostado en los pastos.
Fragmentos de latidos
galopando en las nubes.
Ocultos por los sueños.
Gritando en el espacio.
Es, en fin, la poesía de Norma Nava como un árbol mágico, interior, cósmico, “árbol de pie” como su verso adelgazado, espiritualizado, despojado de lastre anecdótico o confesional, que brota “desde lo hondo”.
DESDE LO HONDO
Suave. Muy silencioso. Entre tantas estrellas.
Ese mundo que gira es tan hermoso
instantes antes de empezar a ser cierto. . .
El tiempo, la realidad, la crueldad del mundo cierto son los enemigos que la palabra poética parece capaz de exorcizar (aunque sólo sea en el rito fugaz de su celebración en el poema). Ese verso incierto, disperso de Norma Nava es el certificado de su arte múltiple y original: la pintura, la poesía, la entrega a los demás.
Getafe-Alcorcón 9 de octubre de 2005